domingo, 9 de junio de 2013

Militancia cultural


 Pambolero



El fútbol es un deporte muy importante en nuestra cultura, como también existe otro deporte muy popular: hablar mal de México, en este solo se necesita una personalidad frustrada y deseos de cambiar al país con solo tronar los dedos. Así como hay grandes puestos políticos que tienen la facilidad de robar masivamente los recursos de la nación existen miles de futbolistas o exfutbolistas como yo. Para ser más puntual quiero comunicar mi aprecio educativo que contiene el fútbol. Pero un fútbol contracultural el glorioso fútbol llanero de barrio sin clase ni elegancia.
La pasión pambolera tiene grandes consecuencias en mi etapa infantil, bien si el fútbol nos alimenta de ignorancia, también enriquece las relaciones humanas, tal es el caso de la burla o bien la solidaridad de compañeros, la pasión se adueña del participante y el sistema de identidad mantiene su éxito total.
El fútbol es una guerra, los signos que tienen las banderas son elementos que se remontan a las batallas medievales por eso mismo el fútbol tiene tanto consumo. Defender el territorio propio, los colores del uniforme, el equipo como asociación tiene la responsabilidad de ser superior a cualquiera, esto tiene que ver con la psicología de las masas, solo que en algunos intentos es fallido, por ejemplo en fútbol llanero no tiene responsabilidad de merecer respeto por los rivales, el juego de estos llaneros es libre ya que tiene caracteres de la realidad consumista, la estética del jugador amateur es totalmente contradictoria a los modelos establecidos por los medios que difunden este deporte profesional, sin embargo la trasmisión de partidos nacionales e internacionales hacen más pintoresca la tradición futbolera. Gracias a este contenido social he podido conocer el dialogo de algunas estrellas como “el pelos”, “el chasis”, “el tripas”, “el patas”, etcétera, apodos reales de entre un encuentro dominical. El barrio caguamero de estos lugares en su mayoría colonias rechazadas de la cuidad reflejan desinterés de cualquier glamour, de repente son más sinceros que cualquier persona que maneja una imagen relevante.

Siguiendo a este círculo simpático de personas que dedicamos el tiempo a un deporte polémico para algunas personas es importante saber que además de ser una situación pasional que provoca  adrenalina, sentimientos y conocimientos corporales, inculca sobre todo una estimulación cerebral, esto es muy importante.


En opinión propia considero el fútbol llanero como momentos de un desarrollo colectivo en donde es vital la fuerza del barrio, la familia o la morra en turno. Es ese orgullo portador del jugador cuando se siente observado realizando una actuación efímera y absurda para el país. Tal es la experiencia personal, cerca de quince años atrás mi familia observaba a mi padre correr, gritar, reír hasta salir lesionado… y al finalizar nos esperaba una convivencia entre todo el plantel acompañados de cerveza con pláticas del fútbol internacional, la conclusión: hay que echarle ganas. También otra escena muy típica es cuando discuten unos a los otros y mejor o peor aún, las batallas campales entre los equipos rivales o propios.
El árbitro además del aspecto que puede llegar a tener, despeinado, ruco, chimuelo, panzón, chaparro, narizón, es una persona bien ofendida, se llena de cualquier insulto dentro y fuera del campo, como si fuera el diezmo semanal. El hombre de negro que parece masoquista es la autoridad en versión chusca del juego, pocos, muy pocos lo respetan.
En la televisión adoro el personaje Horacio Cascarin (Andrés Bustamante) humor real utilizado en el mundial Corea Japón 2002. Esta figura engalana la estética del director técnico tramposo pero siempre humilde. Manifiesta su filosofía a partir de sus lecciones de fútbol colmillo en los pies de los “Mazacotes de Chicontepec” Sport Club integrado por futbolistas  bien mañosos.


Personalmente mi relación con el futbol es mayoría en comparación con el arte, no vengo de una familia historiadora, ni mucho menos intelectual, realmente crecí en colonias marginadas, en zonas industriales directamente de la contaminación, es decir, familiares y vecinos son obreros, obreros con fracasos en educación escolarizada por esto mismo considero al deporte como mi soporte emocional, portador de valores muy humanos y riquezas de lenguaje como el spanglish. Estoy agradecido con ello aunque ahora me dedique a las artes plásticas, es una lucha constante con los mismos ya que al utilizar de alguna manera las mismas herramientas (planta de soldar, madera, cemento)  para el objeto x estoy en proceso de transformar de acuerdo a mis intereses  un discurso teórico y artístico utilizando el mismo oficio.                                                                


Soy una persona que desertó de la carrera como jugador profesional por falta de recursos económicos sin embargo sigo creyendo que mi mayor logro ha sido  anotar  goles al equipo rival. Con esto no deseo exponer un cumplido escolarizado, más bien pretendo la honestidad coherente.

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